Junto con los molinos de viento, las ventas y los caminos son los tres símbolos principales del Quijote, una novela cuyos paisajes están sembrados de ellos como corresponde a la época en la que su acción sucede. En los siglos XVI y XVII, España era una red de caminos, unos más importantes y otros secundarios, por los que continuamente viajaban personas a pie o a caballo que necesitaban alojamiento para descansar o pasar la noche. Las ventas florecieron, de ese modo, al lado de todos los caminos importantes, a una distancia unas de otras ajustada al caminar de los viajeros (solía ser de dos leguas) y se convirtieron en escenarios de múltiples anécdotas, algunas de las cuales le sirvieron seguramente a Cervantes para alimentar su ya de por sí fecunda imaginación.
La Venta de Borondo se levanta en el extremo del término de Daimiel, junto a un ramal de vereda que parte de la Cañada Real Soriana, entre los campos de Borondo y el lugar de Moratalaz, en la vega que forma la ladera norte de la sierra del Moral, casi en el hito que marca el cruce de los términos de Almagro, Bolaños y Daimiel.
De Borondo tampoco habla El Quijote, sí de otras ventas, de otras posadas (las de Puerto Lápice, la del retablo de Maese Pedro, cerca de Ossa de Montiel, la de Palomeque el Zurdo…), pero a poco que uno la mire comprenderá en seguida que si no fue ésta fue otra parecida a ella la venta en la que Cervantes se inspiró para convertirla en modelo de todas las ventas en su novela más universal. Viendo la antigua casa de Borondo,uno entiende que don Quijote confundiera las que encontraba en sus correrías con castillos, con sus torres y sus castellanos, es decir, sus gobernadores, por más que éstos fueran zafios y de rudimentario aspecto.
De Borondo tampoco habla El Quijote, sí de otras ventas, de otras posadas (las de Puerto Lápice, la del retablo de Maese Pedro, cerca de Ossa de Montiel, la de Palomeque el Zurdo…), pero a poco que uno la mire comprenderá en seguida que si no fue ésta fue otra parecida a ella la venta en la que Cervantes se inspiró para convertirla en modelo de todas las ventas en su novela más universal. Viendo la antigua casa de Borondo,uno entiende que don Quijote confundiera las que encontraba en sus correrías con castillos, con sus torres y sus castellanos, es decir, sus gobernadores, por más que éstos fueran zafios y de rudimentario aspecto.
De la venta de Borondo, que dejó de serlo efectivamente por los años
sesenta del pasado siglo y que se mantiene en pie a duras penas después
de que sus propietarios la abandonaran también como residencia, se
podría afirmar aquello que Cervantes dice en el capítulo II de su
novela, que es en el que se cuenta la primera salida de don Quijote de
su lugar:
“Y como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o
imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído,
luego que vio la venta (habla Cervantes de aquella en la que su
personaje velaría las armas antes de ser armado caballero) se le
representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de
luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava, con todos
aquellos adherentes que en semejantes castillos se pintan”.
También en
otro capítulo, el XVII, al referirse a una nueva venta a la que don
Quijote y Sancho Panza llegaron —en la segunda salida del hidalgo en
busca de aventuras— después de la paliza que les dieron unos arrieros
yangüeses por haberse entrometido Rocinante, y don Quijote y Sancho
detrás de él, en el tranquilo pastar de sus caballerías, Cervantes
vuelve a escribir:
“Esta maravillosa quietud (habla de la de la noche) y
los pensamientos que siempre nuestro caballero traía de los sucesos que
a cada paso se cuentan en los libros autores de su desgracia, le trujo a
la imaginación una de las extrañas locuras que buenamente imaginarse
pueden; y fue que él se imaginó haber llegado a un famoso castillo (que,
como se ha dicho, castillos eran a su parecer todas las ventas donde se
alojaba) y que la hija del ventero lo era del señor del castillo, la
cual, vencida de su gentileza, se había enamorado de él…”.
Sin necesidad de tanta imaginación ni de soñar despiertos como don
Quijote, la venta de Borondo, en mitad de la llanura y sin nada a su
alrededor que haga distraer la vista, puede pasar por castillo con su
torre y sus altísimas paredes, que más parecen murallas que bardas de
corral, que es lo que son en verdad. O que eran, pues la edificación
está abandonada desde hace tiempo, desde que el último ventero se murió
(ya había dejado de ser ventero hacía mucho) y la propiedad se partió
entre sus herederos de Bolaños.
—Unos cardan la lana y otros llevan la fama, ya sabe—
La venta de
Borondo, principio y fin de todos los caminos de La Mancha.
La Asociación Cultural Venta de Borondo y Patrimonio Manchego
es una organización sin ánimo de lucro que tiene por objetivo la
protección, difusión y puesta en valor del patrimonio manchego en la
provincia de Ciudad Real. Esta organización nace en Daimiel impulsada
por la situación de ruina casi inminente de la Venta de Borondo.
No podemos permitir la
pérdida de este monumento declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en
el año 2007. El torreón está en peligro de ruina inminente y la cubierta
se derrumba poco a poco... Ante esta situación, proponemos un plan de
intervención urgente que se centraría en aquellas zonas más debilitadas
del edificio (cubiertas, torreón y muro) con el fin de detener
su progresivo deterioro.
Este proyecto está encaminado a ser la "semilla" que inicie la recuperación de la Venta de Borondo.
Descubre el proyecto Restauración de la Venta de Borondo en http://www.semillasoliss.es/proyectos/restauracion-de-la-venta-de-borondo/#
Descubre el proyecto Restauración de la Venta de Borondo en http://www.semillasoliss.es/proyectos/restauracion-de-la-venta-de-borondo/#
¡Fuerza y Salvemos Borondo!
Venta de Borondo origen y evolución hasta nuestros días, David Cejudo Loro Texto completo (pdf)
La galería de AC Venta de Borondo y Patrimonio Manchego #flickr https://flic.kr/ps/3diqmA
Fuente y Fotos : El Pais , AC Venta de Borondo y Patrimonio Manchego , Picssr
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